"Ya usamos este sitio desde hace más de dos años. Ante de la II Guerra Mundial era de la compañía ferroviaria, y el Estado hizo un búnker contra los ataques de gas que nunca se usó" cuenta Hadrien en
City Manifesto, mientras se dirige a la free party que han organizado en la periferia de París. La policía no los espera en la estación de Cercanías más cercana, donde van llegando los invitados. La entrada al búnker está despejada: vía libre para la
free party.
Salir de fiesta en París es caro y agobiante; por eso el movimiento
free party trata de conquistar espacios abandonados de la periferia de forma
instantánea: llegar al sitio, instalar los buffles y abrir las cervezas. Se trata de una experiencia
compartida ya que requiere de una planificación discreta que puede durar varios meses; y acabará en el momento en que llegue la policía a desalojar.
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Preparativos en un almacén industrial - City Manifesto |
Vivir el momento,
recuperar espacios obsoletos, reinventar un mito:
"yo estuve de fiesta en una vía de tren abandonada del 18éme". El París subterráneo de las catacumbas
se reinventa con el techno. De la rave en el descampado de los 80, a la free party en las tripas del sistema del 2000. Una atmósfera nueva, una mezcla de ambientes y la sensación de libertad -o el morbo del riesgo- son las claves de estas fiestas, cuenta el filósofo y urbanista Marc Armengaud.
Muchos espacios industriales de nuestras ciudades se están reinventando con nuevos usos, especialmente culturales, pero ¿qué hacer con los espacios de
la segunda desindustrialización? En el País Valenciano tenemos buena muestra de ellos, espacios construidos para los grandes eventos y el boom inmobiliario que ahora viven en un impass jurídico o simplemente no se sabe bien qué hacer con ellos.
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El Aeropuerto de Tempelhof en Berlín vs. la Zona Volvo de Alicante - Tempelhof Projekt GmbH / Manuel Lorenzo |
Al fin y al cabo,
la abortada rave en el Aeropuerto de Castellón -ya en funcionamiento- se parecía mucho a lo que sucede
en el Aeropuerto de Tempelhof de Berlín. ¿Por qué no
planificar un uso esporádico para recuperar
el nervio de estos espacios?
No hace falta un Guggenheim ni se trata de recopilar ocurrencias, sino de organizar el espacio y rentabilizar el uso ciudadano al máximo ¿Por qué no abrirlos a la cesión temporal a colectivos
mientras tanto o incluso
para siempre? Estos espacios obsoletos necesitan un mito, una experiencia compartida e instantánea: hagamos nuestra "free party".
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