La investigadora presenta su TFM en el que estudia, a través del arte efímero realizado con materiales biológicos, los dilemas de Restauración y los problemas de exposición que supone la materialización del Tiempo cuando éste actúa como materia y material.
Se trata de un punto de vista interesante para mi proyecto en el que quiero abordar las implicaciones arquitectónicas y políticas del museo como institución de la Modernidad. Salazar parte de la preocupación por el paso del tiempo desde el arte, como se plasma con los relojes blandos de Dalí o las fechas de On Kawara. Una fecha, las variaciones tonales o un reloj materializan el tiempo en sus obras, incluso con el happening o la performance desde mediados del siglo XX se usa el tiempo como materia.
Pero no es una actitud contemporánea: ya desde el Barroco las vanitas reflejaban en sus composiciones calaveras, flores o relojes con los que se plasmaba la mortalidad del ser humano. El concepto está ligado al libro del Eclesiastés del Antiguo Testamento, cuyo título reza Vanitas vanitatum omnia vanitas ("Vanidad de vanidades, todo es vanidad"). Se trata de un género pictórico que pretende moralizar la vacuidad, la insignificancia de los placeres mundanos frente a la certeza de la muerte.
El sueño del caballero, o Desengaño del Mundo de Antonio de Pereda
Sobre la mesa se despliegan objetos que se pueden clasificar en dos categorías: los referidos a a las trivialidades de la vida (hiere, vuela veloz) y los que recuerdan el paso del tiempo (mata). Los primeros podrían ser el cofre lleno de joyas, las cartas del azar, el retrato de una joven, la armadura, las partituras, la máscara, los libros, el laurel, el cetro... En el segundo caso, destacan la vela, la calávera, las flores que pronto se marchitarán...
Esta visión moralista se traslada a la contemporaneidad con lo que Salazar llama "vanitas contemporáneas", "manifestaciones artísticas en la que el tiempo actua de manera dual". Sucede así en piezas como Fluid de Claire Morgan con elementos vivos e inertes: las fresas colgadas siguen su proceso orgánico natural mientras el pájaro disecado permanece en su estado -o al menos tiene una degradación más lenta.
Bar à oranges - Michel Blazy
The 57th International Art Exhibition - Viva Arte Viva
En la pieza Hábito de Javier Pérez por ejemplo, se expone el estado actual de la pieza junto a un vídeo de su evolución, ya que originalmente se trataba de una túnica elaborada con capullos de seda. Se distingue así entre el tiempo performativo y el tiempo cíclico, según establece Salazar, obras que sólo tienen sentido en un tiempo y espacio determinado. Si hasta ahora en la restauración del arte se lucha por el paso del tiempo, ¿tiene sentido restaurar o conservar obras que están planteadas para desaparecer?
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Parte de la intervención de Haizea Salazar está subida en Vimeo con una ponencia de la Fundación BilbaoArte Fundazioa. Otras piezas destacadas por su ponencia en València son las Iced Flowers de Azuna Makado -con flores congeladas derritiéndose-, el arte povera de Giovanni Anselmo, la Canopia y la Comunidad de Rebecca Louise Law, los huevos (y las flores contaminantes) de Peter de Cupere, el Brain Forest y Falling Garden (o el Bush Power) de Gerda Steiner y Jorg Lenzlinger, las flores rojas de Anya Gallaccio, la urna con la cabeza de vaca de Damien Hirst, las instalaciones de Claire Morgan y el banquete patriótico de Antoni Miralda.
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